Gracias a sus distintos estilos, el Cava ofrece múltiples opciones para disfrutar. Su versatilidad se ve respaldada por su clasificación, compuesta de distintos tipos y categorías. Conocerla es entender su gran diversidad y poder elegir el Cava perfecto para cada ocasión, creando experiencias gastronómicas únicas.
Lo primero a saber a la hora de elegir un Cava es que para poder llamarse así tiene que elaborarse mediante el método tradicional dentro de las zonas designadas y protegidas por el Consejo Regulador del Cava. Lo segundo es que puede el cava puede ser blanco o rosado. Además, existe una doble clasificación: por el tiempo de crianza y por el contenido de azúcar. Sin olvidar la nueva zonificación del territorio del Cava, que brinda a los consumidores con más opciones a la hora de seleccionar el Cava.
La historia del Cava comienza a mediados del siglo XIX, cuando se empieza a definir el vino espumoso que con los años se acabaría bautizando como Cava. Fue en el año 1872, en Sant Sadurní d’Anoia, donde se produjeron las primeras botellas elaboradas siguiendo el método tradicional. Precisamente la elaboración es uno de los aspectos que une dos grandes vinos espumosos, el Cava y el Champagne, y se caracteriza por una segunda fermentación y crianza dentro de la botella, adquiriendo de esta manera sus burbujas de forma natural.
¿Qué uvas se utilizan para el Cava? Existen 2 tipos de Cava puede ser blanco o rosado y ambos se elaboran mediante el método tradicional. La principal diferencia radica en el color, que en el caso del Cava rosado se obtiene tras un corto contacto de las pieles de uvas tintas con el mosto. Existen nueve uvas autorizadas para elaborar Cava:
Las variedades de uva blanca autorizadas para la elaboración del Cava son:
En los últimos años se ha favorecido la recuperación de algunas variedades de uva, como es el caso de la uva Trepat que se ha revelado como una variedad ideal para crear espumosos, aportando ligereza, acidez equilibrada y matices aromáticos únicos. Se emplean también las variedades:
Este último siendo una de las primeras variedades que se utilizó en la elaboración del Cava.
La primera clasificación del Cava se hace en base al tiempo de crianza, es un sistema que diferencia dos niveles: Cava de Guarda y Cava de Guarda Superior.
Los más jóvenes, con un mínimo de nueve meses de crianza, pertenecen a la categoría Cava de Guarda. Los que cuentan con más de 18 meses de crianza se engloban dentro del segmento Cava de Guarda Superior que incluye tres categorías distintas: Reserva, Gran Reserva y Cava de Paraje Calificado.
El Cava es caracterizado por su ligereza y vitalidad, repleto de aromas a flores blancas y frutas como la manzana verde o la pera. Resulta ideal para maridar con aperitivos, ensaladas o marisco.
El Cava Reserva se caracteriza por su riqueza aromática y su balance entre frescor y complejidad.
El Cava Gran Reserva es un vino espumoso elegante y muy gastronómico, en el que se pueden encontrar notas a pastelería, café tostado y toques ahumados. El Cava Gran Reserva se diferencia por tener una elegancia y personalidad únicas.
El Cava de Pareja calificado, esta categoría (aprobada en 2017) reconoce Cavas singulares que provienen de un terruño con características excepcionales. Cuenta con una crianza de por lo menos 36 meses y, además, cumple con requisitos de cultivo y elaboración muy estrictos. Tales como que se practique vendimia manual, que el viñedo tenga una edad mínima de 10 años y que tenga un rendimiento máximo de 8.000 kg por hectárea. En la actualidad sólo una decena de Cavas cuentan con este distintivo. Descubre todos sus secretos.
Los Cavas más jóvenes son frescos, afrutados y cítricos, con burbuja vivaz y rápida. A medida que aumenta el tiempo de crianza, se desarrollan más aromas derivados de la autolisis de las levaduras y se encuentran perfiles aromáticos más complejos y tostados. En boca se gana untuosidad, profundidad y una burbuja más fina e integrada.
La segunda clasificación permite catalogar el Cava por su dulzor. El nivel de azúcar viene definido por el dosage o licor de expedición, encargado de determinar la tipología final del Cava. Este licor se añade para compensar la pérdida de contenido en la botella tras el degüelle y habitualmente se trata de una mezcla de vino base con azúcar, aunque existen muchísimas posibilidades.
Se distinguen siete tipos de Cava en base a la cantidad de azúcar que se haya añadido, conviene recalcar que también existe la posibilidad de no añadir azúcar, realzando la versatilidad de este vino espumoso y sus posibilidades de maridar con comida:
El cava Brut Nature es el más seco. No se permite añadirle azúcar, pudiendo llegar a tener hasta un máximo de 3 gramos de azúcar por litro. Cava en estado puro que es posible gracias a los factores que aporta el clima mediterráneo, permitiendo a los elaboradores de Cava contar con uvas en el punto óptimo de maduración año tras año, lo que convierte la adición de azúcar en una declaración de estilo y no en algo necesario para dotarlo de equilibrio.
En el Extra Brut se puede añadir hasta 6 gramos por litro de azúcar, lo que permite maridarlo con platos más grasos.
En este tipo de Cava se encuentra un máximo de 12 gramos de azúcar por litro, por lo que se sigue considerando seco. El Cava Brut aporta más volumen en boca y la pequeña cantidad de azúcar añadido suaviza la sensación de frescor, convirtiéndolo en una muy buena opción para acompañar platos difíciles de maridar con otros vinos.
De 12 a 17 gramos, sigue siendo una cantidad pequeña de azúcar añadido. El Cava Extra Seco tiene mayor peso en boca y es ideal para acompañar quesos o platos ligeramente dulces.
El contenido en azúcar añadido es de 17 a 32 gramos por litro, lo que le confiere al Cava Seco de un atrevido carácter dulce que permite experimentar con maridajes extremos.
Si se quiere disfrutar de un Cava al final de una comida o para acompañar postres, el Cava Semi Seco es el mejor aliado. Contiene de 32 a 50 gramos de azúcar por litro.
El Cava Dulce resulta ideal para sacar una copa en medio de los postres. Un auténtico capricho para terminar la velada.
Gracias a la variedad de suelos y climas, podemos encontrar gran diversidad en el mundo del Cava. La nueva zonificación del territorio del Cava permite a los consumidores conocer las características vinculadas a cada zona y explorar cómo se traducen en copa sus atributos únicos.
De esta forma se cuenta con tres zonas (Comtats de Barcelona, Valle del Ebro, Viñedos de Almendralejo y Zona de Levante) y sus respectivas subzonas, en la zona de Comtats de Barcelona (Valls d’Anoia-Foix, Serra de Mar, Conca del Gaià, Serra de Prades y Pla de Ponent) y Valle del Ebro (Alto Ebro y Valle del Cierzo).
Conviene saber que a partir de 2022, los Cavas de Guarda Superior serán 100% de procedencia ecológica. Además, se ha creado un nuevo sello distintivo de “elaborador integral”, para identificar a aquellas bodegas que realizan todo el proceso de vinificación en la misma propiedad.
Método, tiempo de reposo, territorio y sostenibilidad, son los conceptos que hacen del Cava un vino espumoso excepcional.