El enoturismo en Cataluña vive una época dorada, afortunadamente. Cada vez más bodegas enfocan parte de su oferta a esta área de actividad que tiene, por lo menos, dos virtudes. Por un lado supone ingresos para las bodegas y por el otro, y quizá sea este el aspecto más interesante, el enoturismo contribuye a divulgar la cultura del vino. Durante una visita enoturística no solo se acumula conocimiento en cuanto a variedades, técnicas enológicas e historia de la bodega. Desde mi punto de vista, lo más relevante es que se descubre el territorio en el que sale la elaboración y, en ocasiones, a las personas que elaboran el vino. A mí me parece que tras ponerle cara y lugar, un vino ya nunca te volverá a saber igual, te sabrá mejor.
A mí, que me pirran las burbujas, no puedo más que fijarme en las actividades de enoturismo de la D.O. Cava. Visitar bodegas de Cava es una de mis actividades favoritas y más aún en verano, el abanico de posibilidades es inmenso y esta es la estación perfecta para refrescarse con espumoso. La pequeña selección que propongo un poco más adelante viene a ilustrar esta variedad.
El enoturismo es la actividad turística que sucede alrededor de una zona vitivinícola y en la que el vino es el centro de la misma. Su meca, allí donde miran todos los expertos, está en el Valle de Napa (California), donde los expertos en marketing estadounidenses sublimaron una actividad tan antigua como la viticultura, de hecho. ¿O acaso los primeros viticultores fenicios no sembraron, además de vides, las semillas de esta fantástica forma de conocer el territorio?
Los orígenes del enoturismo pueden rastrearse hasta llegar a la Edad Media. En aquella época, las órdenes monásticas llevaron la viticultura al máximo nivel y, además, también reservaban algunas partes de sus monasterios como alojamiento para los viajeros más privilegiados: la nobleza y algunos mercaderes poderosos desviaban su camino para recalar en ellos. De estos viajeros, quedan algunos testimonios que acreditan las bondades de los vinos elaborados por los monjes. Y es que es normal que quisieran agasajar a sus huéspedes con sus mejores vinos, especialmente si se trataba de reyes o Duques que podían intercambiar los tragos por algún favor valioso.
El enoturismo moderno, sin embargo, tiene que ver con el nacimiento mismo del turismo, es decir, con el grand tour que se puso de moda allá por el siglo XVIII entre jóvenes burgueses que perseguían perfeccionar su educación a base de conocer otras realidades. Y si bien ese es un hito importante en la historia del enoturismo, hay que esperar un siglo más para conocer al que se considera su “padre”. James Busby fue un político y empresario británico neozelandés que, en el siglo XIX, recorrió los mejores viñedos europeos recopilando muestras de las mejores cepas para llevarlas a Australia.
Sin embargo, el enoturismo en España (y en Europa entera), tal y como lo conocemos hoy, se formalizó hace solo 17 años. En 2005 las principales organizaciones europeas dedicadas al enoturismo, publicaron el proyecto VINTUR sobre el desarrollo del enoturismo sostenible y lo definieron como el “producto consistente en la integración bajo el mismo concepto temático de los recursos y servicios turísticos de interés existentes y potenciales de una zona vitivinícola”.
La D.O. Cava se divide en cuatro grandes regiones pero su origen está en la zona de Comtats de Barcelona, circunscrita a Cataluña, cuyo epicentro es Sant Sadurní d’Anoia. Sant Sadurní es una población que dista 45 kilómetros de Barcelona, por lo que la Ciudad Condal puede ser una gran base de operaciones para el enoturista ávido de Penedés.
Aquí, encontrarás un gran número de pequeñas y medianas bodegas y algunas, muy conocidas, más dimensionadas. La mayoría, independientemente de su tamaño, son negocios familiares que han pasado de una generación a la siguiente, y están formadas por personas apasionadas de su territorio, uno con gran cantidad de matices y de rica orografía.
Cuando se visitan las bodegas de la D.O. Cava se puede tener la sensación de visitar un tejido, una unidad de pequeñas teselas que se complementan y que forman un mosaico del que solo se puede tener la visión completa si uno logra reunirlas para observarlas desde arriba.
Las actividades a realizar, por tanto, son de una gran riqueza…
Recorridos por el territorio: es habitual encontrar bodegas que trabajan con viñedos algo distantes entre sí, cuando el paseo entre viñas resulta demasiado largo para hacerlo a pie las bodegas pueden proponer hacerlo en vehículos como 4x4, Segways, bicicletas eléctricas… Son muy recomendables los tours circulares en bicicleta de Can Suriol o los divertidísimos recorridos por las viñas de Carol Vallès en Segway.
En definitiva, hay muchísimas actividades disponibles y como no se llega a todo, estas son algunas de las que recomiendo si dispones de 2 o 3 días libres por Comtats de Barcelona.
Más de 450 años de historia convierten a Codorníu en una de las grandes casas del Cava y, también, en una de las que ha masterizado la experiencia enoturística. Su abanico es amplio pero cabe destacar el Discovery Tour & Menú Anna, una visita guiada por la bodega, con degustación de dos Cavas y un cuidado menú. Visitar Codorníu es visitar una Catedral del Cava construida por el arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch.
Seguimos en la era modernista, pero pasamos al jardín. El de la bodega Rovellats será el escenario de un magnífico almuerzo al aire libre en un ambiente relajado y dado al disfrute. La experiencia incluye el desayuno; que consiste en pan con tomate, embutidos y quesos, coca de chocolate, fruta y Cava; la vista guiada y la cata de dos Cavas reserva.
La bodega Parés Baltà cultiva buena parte de sus viñedos dentro del Parque Natural del Foix, uno de los ríos que vertebra el Penedés, salvando alturas que van desde la llanura hasta superar los 643 metros. El recorrido Terroir Essence, que se hace en un fornido 4X4, se complementa con embutidos y queso y la cata de seis referencias que ilustran lo que verás con tus ojos: las variedades de uva, suelos y microclimas de la región.
Alta Alella está en Comtats de Barcelona en la zona de Serra de Mar , (20 minutos de Barcelona). Esta es una de las bodegas con el viñedo más cercano al mar, tanto es así que sus Cavas tienen una constante salina muy característica. Navegar entre mar y viñedos es la propuesta más sofisticada de esta bodega que acaba de ganar el premio a la mejor oferta enoturística según la Asociación de Sumilleres de Cataluña. Consiste en salir en yate desde el puerto de Barcelona para llegar al Masnou y, desde ahí, visitar la bodega y catar sus magníficos Cavas . ¡Un lujo bastante asequible!